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El drama del sector maderero: PYMES al borde del colapso en plena crisis nacional

El sector maderero argentino, y en particular las pequeñas y medianas industrias, atraviesa una de sus peores crisis en décadas.

El drama del sector maderero: PYMES al borde del colapso en plena crisis nacional

El sector maderero argentino, y en particular las pequeñas y medianas industrias, atraviesa una de sus peores crisis en décadas.

Diario SOL pudo constatar mediante fuentes del sector que cerca de 600 aserraderos familiares en Misiones enfrentan serias dificultades para sostener su actividad, debido a un consumo interno paralizado, escasas posibilidades de exportación y una creciente acumulación de stock.

Según el ingeniero Roland Vera, consultor con más de 20 años de experiencia en la industria maderera en regiones como Misiones, Corrientes, Tierra del Fuego y el NOA, más de 21.000 PYMES han cerrado sus puertas en el país desde el año pasado, un dato que refleja el impacto devastador de la crisis económica sobre el entramado productivo nacional.

Mientras empresas de gran escala como Arauco o Akon Timber logran sostenerse gracias a inversiones en tecnología y capacitación, las PYMES carecen de recursos para adaptarse y dependen casi exclusivamente del mercado interno, cuya demanda hoy se encuentra desplomada. El precio de la madera nacional está entre un 25% y un 30% por encima del valor internacional, lo que pone a la industria en desventaja frente a competidores como Brasil o Uruguay en caso de una apertura comercial sin regulaciones.

“El problema no es sólo impositivo —aclara Vera—. Lo que necesitamos es reactivar la demanda interna, que hoy está frenada por la caída del poder adquisitivo y el parate de la obra pública.” La relación directa entre el sector maderero y la construcción civil, el desarrollo inmobiliario y la industria del mueble vuelve crítica la falta de inversión estatal en infraestructura.

A esto se suma un diagnóstico estructural: la inflación histórica permitió enmascarar ineficiencias en muchos sectores industriales, postergando mejoras reales en productividad. “Se ajustaban precios sin mejorar procesos”, reflexiona el especialista.

En contraste con otros países, como Estados Unidos o Brasil, donde el proteccionismo industrial tiene un peso central, la apertura económica sin respaldo en Argentina podría condenar a las PYMES a competir en condiciones desiguales, advirtió Vera.

El panorama se agrava con el cierre de plantas como el aserradero Garruchos en Corrientes —de la empresa Celulosa—, que dejó sin trabajo a más de 300 personas, y con despidos en parques industriales de Entre Ríos y Santa Rosa. “La política económica actual se limita a sostener variables macro y la bicicleta financiera. No hay un plan de reactivación productiva”, lamentó el entrevistado.

La crisis también golpea a otras economías regionales. Un almuerzo en Puerto Iguazú cuesta hoy el doble que en Foz, lo que evidencia la pérdida de competitividad en el turismo. Sectores como el yerbatero, tealero, tabacalero y el de la fécula de mandioca están igualmente comprometidos.

Vera advierte que ni el modelo de subsidios masivos ni su eliminación total son sostenibles, y señala la deuda externa como un lastre estructural. Plantea la necesidad de debatir estos temas de forma seria en ámbitos educativos, religiosos y empresariales para evitar repetir errores históricos. “Necesitamos consensos básicos, como en Brasil o EE.UU.”, concluyó.