
Don Fischer: historia viva de lucha, comunidad y educación en 25 de Mayo
Cuenta cómo forjó su chacra desde 4 hectáreas y un caballo hasta ser un referente comunitario.
Por Redacción Diario SOL
A sus 83 años, Don Alfredo Fischer es mucho más que un pionero de la localidad de 25 de Mayo: es memoria viva de la comunidad y un ejemplo de esfuerzo silencioso que ayudó a forjar la identidad del paraje 20 de Mayo. Nacido en la propia localidad, Don Fischer compartió su historia en una reciente entrevista con FM Sol, donde repasó los orígenes de su familia, el desarrollo de su chacra y su incansable labor por la educación rural.
Según pudo reconstruir Diario SOL, el padre de Alfredo, Enrique Edmundo Fischer, arribó desde Brasil y se estableció en pleno monte, en un terreno que abarcaba desde donde hoy se encuentra el complejo hasta los límites de la propiedad de Dallagnol. Sin embargo, la línea fiscal delimitó la tierra, reduciendo su extensión. A esto se sumó una disputa familiar que lo perjudicó: al ser extranjero y no dominar el idioma, su padre no pudo defenderse cuando un tío —también proveniente de Brasil— se apropió de una parte de la tierra que le había sido cedida.
Años más tarde, Alfredo iniciaría su propia chacra con apenas cuatro hectáreas, adquiridas al señor Kunze a cambio de un caballo y la recolección de “tung” realizada por su esposa. El trabajo constante, junto al cultivo de tabaco como principal fuente de ingreso, le permitió ampliar el terreno a 15 hectáreas, parte de las cuales ya repartió entre sus hijos. En la actualidad, su chacra es reconocida por sus tajamares y por el recuerdo de aquellos tiempos en que hasta un puñado de “tung” bastaba para adquirir una vaca, como ocurrió con la señora Olinda Frank.
Don Fisher también rememora la época en que los bailes se hacían en el monte, antes de que existiera la escuela. Fue presidente de la institución educativa durante años y participó activamente en su creación. “La comunidad creció con el esfuerzo de todos”, reflexiona. Hoy, vive solo desde que enviudó hace ocho años. “Cocino, lavo los platos y contrato una señora para que me ayude con la ropa”, comenta, sin lamentos.
La historia de Don Fischer también está marcada por la confianza mutua y el valor de la palabra. Relata cómo su vecino Kunze le compartía harina cuando no tenía y cómo una familia vecina le confió la titularidad de su chacra para que él la cuidara y devolviera a los hijos cuando crecieran. La relación con Rudy, uno de ellos, se mantiene intacta: cada sábado lo visita en su casa.
En diálogo con este medio, Don Fischer dejó un mensaje a las nuevas generaciones: “Hoy en día, el estudio es la herramienta que les va a abrir puertas. Ayudarse entre vecinos es importante, pero la educación es la clave del futuro”. Su nieta, que logró recibirse de maestra, es el reflejo de ese anhelo, aunque aún espera su oportunidad en el sistema educativo.
Firme en su filosofía de vida, concluye: “Yo quiero tener cien amigos y no un enemigo”. Una frase que resume décadas de vida dedicadas a sembrar no sólo la tierra, sino también los valores que forjaron a 25 de Mayo.
Fuente: Leandro Frank