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Cristina Weber inspira con su trayectoria

Pasó de la escuela rural en Paraje Doradito a investigar enfermedades neurodegenerativas en el CONICET

Cristina Weber inspira con su trayectoria

Pasó de la escuela rural en Paraje Doradito a investigar enfermedades neurodegenerativas en el CONICET

En el corazón de Colonia Aurora, un pequeño paraje llamado Doradito dio sus primeras lecciones a Cristina Weber. Allá, en la Escuela Primaria 741, empezó a soñar con un futuro claro. Hoy, con una beca doctoral del ICET y bajo la tutela del CONICET en Mendoza, avanza en la investigación de biomarcadores para enfermedades como Parkinson y Alzheimer. Su historia es un reflejo de la fuerza de voluntad y de la relevancia de la educación pública, que para ella fue un trampolín hacia descubrimientos que podrían cambiar vidas.

Raíces rurales y pasión por la ciencia

“Yo soy de Paraje Doradito, de Colonia Aurora, del interior de la provincia,” recuerda Cristina con orgullo. Hija de un productor tabacalero que no terminó la escuela y sin recursos para la tecnología, aprendió pronto que la única vía de ascenso social era a través del estudio.

En 2012, se sumó al Instituto de Enseñanza Agropecuaria Nº 9, la nueva escuela técnica donde profundizó conocimientos de matemáticas, física y química. “Las escuelas técnicas tienen mucha relevancia,” explica. “Fueron mi puente entre la primaria y la universidad”, sostuvo. Con esa base sólida, ingresó a la Facultad de Ciencias Exactas, Químicas y Naturales de la Universidad Nacional de Misiones, donde se graduó en Bioquímica.

Un cambio decisivo llegó con una pasantía en el Instituto Balseiro. “Ahí me enamoré de la investigación y dije: ‘quiero dedicarme a esto’,” cuenta Cristina. Ese primer contacto con el laboratorio le mostró el impacto de la ciencia en la sociedad: diagnósticos más certeros, tratamientos menos invasivos. Sobre todo, la posibilidad de dar esperanza a quienes padecen enfermedades complejas.

Hacia biomarcadores y un futuro con más oportunidades

En el laboratorio de neurociencias, Cristina se enfoca en la bioquímica y biología molecular de enfermedades neurodegenerativas. Su objetivo es encontrar nuevos biomarcadores que puedan usarse en el diagnóstico y seguimiento de patologías como Parkinson, Alzheimer y atrofia multisistémica.

Actualmente, el único método diagnóstico para estas enfermedades es la biopsia cerebral, un procedimiento de alto riesgo que rara vez se recomienda. “La biopsia implica más peligro que beneficio,” explica, por eso se buscan alternativas que no dañen al paciente. Los biomarcadores permitirían, por ejemplo, detectar en sangre o líquido cefalorraquídeo señales tempranas de degeneración neuronal, que facilitarán tratamientos oportunos y mejor planificación terapéutica.

Cristina subraya que, aunque aún no existe cura, la ciencia logró avances significativos en otras áreas. “La ciencia diagnosticó la diabetes y luego desarrolló tratamientos efectivos,” recuerda. Para la investigadora, “defender al CONICET y a la ciencia es defender el desarrollo argentino”. Asegura que en las últimas décadas muchas becas y premios de investigación promovieron el crecimiento de científicos que hoy aportan soluciones globales.

Con la mirada en el futuro, su plan es terminar el doctorado y realizar un posdoctorado en el extranjero. En septiembre partirá a la Universidad de São Paulo con una beca para estudiar en su Instituto de Cáncer. “Son oportunidades que la universidad pública me brindó,” enfatiza. Sin un título de grado, nunca habría accedido a estos intercambios de alto nivel académico.

La historia de Cristina Weber es un ejemplo de superación y compromiso. Desde el paraje Doradito hasta los laboratorios de Mendoza y San Pablo, demuestra que el esfuerzo, acompañado por la calidad de la educación pública, puede abrir puertas impensadas. Su mensaje es claro: “Si la Cris pudo, vos también podés”. Porque, como ella afirma, la ciencia no solo construye conocimiento, sino que forja referentes capaces de inspirar a generaciones que sueñan con transformar el mundo.